LA IMPROVISACIÓN COMO TÉCNICA INTERPRETATIVA Y EL HUMOR EN EL CINE DE LUIS ARMANDO ROCHE

Luis Armando Roche es uno de los cineastas venezolanos más conocidos por su amplia trayectoria que abarca desde cortometrajes documentales haciendo énfasis sobre la música y el arte, hasta largometrajes de ficción. Roche ha explorado el cine histórico de aventuras (Aire Libre), personajes excepcionales de lo cotidiano (Raymond Isidore y su casa, Victor Millán, El Cine Soy Yo, El Secreto, Yotama se va volando, Mérida no es un pueblo, Virtuosos, De Repente la película, Los Pacheco, una familia salsosa) a veces heroicos, algunos nostálgicos, pero siempre llenos de vitalidad, sueños y un ingrediente infaltable: el humor.

Roche ha confesado en sus entrevistas que siempre le han interesado “personajes excepcionales del común” que sufren grandes transformaciones, así como la música, el amor -a veces con “A” mayúscula, como Bach en Zaraza-, el reflejo en el espejo y la presencia multicultural, que le es propia por ser de madre nacida en Colombia y padre venezolano, pero con ascendentes franceses, italianos e  irlandeses. Toda esa herencia multicultural, sumada a una búsqueda artística muy personal han dibujado una obra amplia, pero con rasgos constantes.

Un elemento presente en su conversación y también en sus películas es ese humor -a veces con “H” mayúscula,  como en De Repente la película–  el cual aparece hasta en las situaciones menos imaginadas. Si nos detenemos frente a su filmografía, vemos que Roche si bien ha tratado temas y personajes del común, la mayoría de las veces no los ha abordado desde un punto de vista tradicional en cuanto a temática, ni puesta en escena, encontrándose muchas veces frente a la experimentación, con todos los riesgos que puede significar frente al público el salirse de los patrones convencionales y explorar el drama, pero también el absurdo (como gran amante del movimiento patafísico de Lewis Carroll y Edward Lear), la fábula, la comedia satírica y hasta la improvisación (Actors Studio), términos que nos remiten de inmediato también a su conexión con lo teatral. Todos esos elementos pueden despertar en el espectador una sonrisa de placer o una risita nerviosa ante lo inesperado.

Reflexionando sobre estos rasgos, Roche se encontró recientemente en visita a Buenos Aires, frente a un anuncio promocional con el cual identificó parte de su trabajo, el aviso destacaba: “Malba.Cine dedica todo el mes de enero (2012) a recorrer la historia del cine cómico y también la comedia, que es su variante civilizada”. Recorriendo la obra de Roche realizada durante más de 40 años de trayectoria, hallamos en parte de su producción rasgos de comedia reflexiva, a veces influenciado por la “farce” francesa de Jacques Offenbach, Labiche, Marivaux, Feydeau, Jules Romand y el filme Pierrot le fou de Godard. Por otra parte, debe rescatarse una de las influencias abiertamente confesas del director: el cine de Luis Buñuel ha quien siempre ha admirado y de quien toma parte de su “humor negro”, sobre todo en sus filmes mejicanos que el “adora”, aunque se le ha escuchado decir que “uno no adora sino a Dios”.

Breve recorrido a su obra. Años 60 y 70

Roche inicia su trabajo como director cinematográfico en 1963 con Genevilliers, Puerto de París, un cortometraje en 16mm de 7 minutos de duración en blanco y negro. Ese mismo año realiza Vamos a ver dijo un ciego a su esposa sorda, su segundo cortometraje, esta vez en 35mm de 14 minutos. Se trata de un audiovisual con influencia surrealista y un nombre que invita a pensar, dejando en evidencia lo que será su estilo como realizador y su trabajo a futuro.  En esta década Roche pasará a ser figura clave del cine nacional, no solo como cineasta, también como promotor, al ser uno de los fundadores de la Cinemateca Nacional de Venezuela.

Raymond Isidore y su casa (1964) presenta  a ese ser sencillo a través del enterrador del cementerio de Chartres, Francia. Un hombre que arma su casa con piezas diversas que va encontrando como vidrios, rocas, desechos, haciendo una obra única, inspirado por el amor a su esposa. Este corto de 14 minutos se realizó en 16mm y a color.

Sobre La Fiesta de la Virgen de La Candelaria (1966), su siguiente documental a color, el director confesó en entrevista en el año 2003 “di rienda suelta, con humor libertario, al anticlericalismo que gestaba en mi después de haber pasado tantos años terribles de mi formación juvenil en escuelas religiosas (…) La influencia del cineasta Luis Buñuel y de los surrealistas reforzaron la tendencia”. El documental fue filmado con la técnica de cámara en mano con Roche como operador y director, bajo la influencia del “Cinéma Verité”. El público alerta no deja de sonreír “amarillo” como dirían los franceses, cuando el párroco con acento castizo, habla de que todos vamos  a “cultivar malvas debajo de la tierra”. Al igual vemos un dibujo animado en la televisión donde desaparecen y aparecen personajes, mientras el jefe dancero habla de la aparición de la Virgen. Ese mismo año dirige, a medias con San Miguel, Los locos de San Miguel,  documental en blanco y negro sobre la tradición del pueblo del Estado Trujillo. Seres con máscaras y vergas para pegarle al público que los sigue. Ambos trabajos sobre tradiciones populares fueron realizados en 16mm y tienen cada uno 19 minutos de duración.

En 1968 Roche realiza dos documentales a color rodados igual en 16mm. Primero realiza Víctor Millán de 26 minutos a color y luego Los tambores de San Juan, de 16 minutos de duración. En el primero, recoge la esencia, el humor, la música popular y la improvisación del pintor de La Guaira y en el segundo la tradición del pueblo de Curiepe, en el Estado Miranda. Mientras hacen una entrevista con el profesor de música irrumpe una vaca frente a ellos. Humor insólito imprevisible pero aprovechado. Este último corto vendría a ser el primero de sus trabajos centrados en la música como protagonista.

La bulla del diamante (1969) será su último documental en esta década. Acá presenta el día a día de una comunidad minera del Amazonas venezolano. Protestas, sueños de ganarse una “lotería” y salir de abajo, y todo eso alrededor de la brillantez de un efímero diamante.

Carlos Cruz Diez, 1923-1977 en la búsqueda del color (1971) Es una pieza sobre el artista cinético de 55 minutos de duración, realizada en 16mm, donde explora su influencia familiar y su proceso creativo. Este documental hace énfasis en la relación familiar de los Cruz Delgado. La mamá de Carlos canta, al igual que Mirtha, su esposa. Sus hijos Jorge, Carlitos y Adriana acompañan al artista en su trabajo. Una voz “en off” pregunta “¿Y dónde está Jorge?”, el hermano menor a quien le gustaba jugar maquinitas. Vemos así la influencia del humor en sus comiquitas y películas de juventud.

El Indio Figueredo (1972) Un guión de Roche y una co-dirección con Gustavo Chami. De nuevo Roche se encuentra frente al proceso creativo de un artista, en este caso un hombre llanero arpisto, un maestro popular y tradicional del arpa llanera frente a las nuevas generaciones. El ciclo del llano de sequía y la inundación se repite al igual que se trasmite la información del “Indio” a un joven arpisto y el ciclo de vida continúa. Este es el documental favorito de Roche pues con solo 12 minutos logra contraponer la ecología del llano y de los hombres.  El corto fue de 13 minutos de duración, en 35mm con partes a color y otras en blanco y negro.

Hemos mencionado los formatos, pues Roche reconoce la libertad expresiva que le ofrecía rodar en 16mm, al por ejemplo poder filmar con sonido directo, a diferencia del 35mm.

Mérida no es un pueblo (1972) Fue un corto de 12 min en 35 mm. Con este documental experimental continúa con la visión del artista, usa medios de televisión para modificar la imagen a 35, se escuchan cantos de niños, el artista se encuentra enmascarado, por su profesión de lucha libre, “para mejor luchar”, su cara se esfuma y una vaca, de nuevo, pasa frente a cámara… El tema de este documental se basa sobre una “improvisación del cineasta” sobre la vida del escenógrafo/artista Manuel Mérida, en forma experimental y surrealista.

Una singular posta científica (1974) Rodado en el Delta del Orinoco. Es un documental de 15 minutos en 16mm,  de divulgación científica sobre el rechazo al transplante de órganos en las comunidades Warao del Delta del Orinoco, a partir de un trabajo realizado por los Dres Layrisse, investigadores del IVIC. Se inspira sobre el tradicional “Pony Express” del lejano Oeste Norteamericano, pero esta vez en vez de dinero y cartas (quizás de amor…) esta vez se trata de transporte de sangre. Continuando la difusión científica, en 1975 realiza Como islas en el tiempo,  un documental de 55 minutos en 16mm sobre la expedición a las simas de los tepuyes Sarisariñama y Jaua por parte de un grupo encabezado por el doctor Charles Brewer Carías. Un diálogo grabado en directo entre Brewer y su hermano Jimmy mientras cuelgan de sus cuerdas de rapel indica como el cineasta busca el humor en lo que lo rodea. Brewer le grita a su hermano “¡Tienes un bicho, sobre la camisa, que te va a picar!”. El hermano grita y su voz retumba dentro del hueco. También el médico de la expedición habla por radio con su novia y le pregunta “Mi amor, ¿me copias? Para muchos, este viaje y la relación con la naturaleza y los seres sería el origen de una futura película como Aire Libre.

Roche cierra su producción en los 70 con su primer largometraje: El cine soy yo, una “Road-movie” y una película sobre una película. Esta se convertiría en una de las principales obras de la cinematografía local y en un homenaje al cine. Es la historia de Jacinto (Asdrúbal Meléndez), Juliet (Juliet Berto, famosa por sus películas con Jean-Luc Godard) y el niño Manuel (Alvaro Roche, de 11 años de edad, hijo del director), tres personajes que se embarcan en una aventura cinematográfica por remotos pueblos de Venezuela, proyectando películas desde un camión rodante llamado “la ballena autovisual”.  Jacinto representará a ese venezolano que es capaz de ganarse la vida haciendo cualquier oficio, el “toero” que ya habíamos visto de algún modo en el artista Millán. En el filme hay muchos momentos donde el espectador ríe, y también y se genera una especie “autorisa” en los propios personajes. En particular debemos nombrar la escena del diccionario. Dice Jacinto: “Se abre la bragueta más grande del mundo” y lo que sale es un diccionario español/francés… Confusión, risa y manejo del absurdo basándose en una escena sobre una hamaca.

El director, de nuevo quiso unir ficción y realidad y explorar el cine dentro del cine, elemento que encontraremos más delante en De repente, la película.

Producción en los 80 y 90

En los ochenta Roche dirige el largometraje de ficción El Secreto (1988), donde se expresa un conflicto como el del contrabando y el problema de las fronteras, sin embargo, tiene un toque de humor revelado por el propio cineasta como un elemento importantísimo “No se busca la comicidad sino el humor más fino, no la risa, sino la sonrisa. Es importante que el ser humano se ría un poco de sí mismo y de las cosas que le suceden. Hay un momento de la película que parodiamos a James Bond, a través de la música. También fue decisiva la escogencia del actor para dar ese toque de humor a la película. Orlando Urdaneta supo integrar en el personaje la ingenuidad, la aventura, la ternura.” Aseguraba Roche en 1987 para la revista Encuadre.

En la década de los 90, realiza Aire Libre (1996), una coproducción entre Venezuela, Canadá y Francia, donde relata las aventuras de Alexander von Humboldt (Christian Vadim) y Aimé Bonpland (Roy Dupuis) en el nuevo continente. En este largometraje, Roche retorna a la selva, al sur del país, pero también a la mezcla cultural, al viaje y transformación de personajes. Un ambicioso trabajo de producción y fábula que ofreció una nueva forma de narrar la historia enmarcada en la naturaleza como contexto y también como personaje. El “Humor” (con mayúscula, escena de los piojos en el pelo de Dora Mazzone) se mezcla al “Loco Amor” (título de una de las canciones) que hace “continuar siempre” a todos los personajes, aún después de la muerte.

Roche cierra el ciclo de los 90 recibiendo en 1999 el Premio Nacional de Cine por su amplia trayectoria.

Música y formato video en el nuevo milenio

Siempre la música ha sido un elemento fundamental en las películas de Roche, en los 70 y 80 Maurice Reyna estuvo a cargo de parte importante de su producción desde  Carlos Cruz Diez en la búsqueda del color, hasta El cine soy yo y El Secreto. Ahora, en la primera década del siglo XX parte de su temática, reflejada en los títulos de sus films tiene que ver con el ámbito musical. Comenzando con Virtuosos (2000), que reúne lo filmado en distintas épocas con los músicos Freddy Reyna, Ignacio Indio Figueredo, Fulgencio Aquino, Anselmo López y Jacinto Pérez. El material nuevo se integró con las piezas de archivo filmadas en 16mm y convertidos al formato MINI-DVD y DVD.

Al año siguiente realiza Bach en Zaraza, una fantasía poética sobre la visita imaginaria de Juan Sebastián Bach al pueblo de Zaraza acompañado de su novia Lola. De nuevo el “A”mor continúa después de la muerte. Asdrúbal Meléndez, actor principal de  El cine soy yo vuelve con su camión para anunciar “cine”. Rodado en Súper 16mm y transferido a 35mm. En el mismo año 2003 realiza Opera Cósmica, un cortometraje que fue el resultado del registro en video DVCAM de la obra teatral Ordo virtutum, con el coro dirigido por Alberto Grau y María Guinand. La adaptación al teatro y la dirección fueron de Roche. El pícaro diablo tiene un paraguas en el infierno y se ríe en latín…

En 2004 realiza su cuarto largometraje de ficción Yotama se va volando, una fábula poética donde se dejará expuesta la evolución los personajes que deberán estar en una convivencia forzada, en un espacio completamente cerrado. Yotama (Beatriz Vázquez), es una mujer que ejecuta el secuestro de tres personas (Asdrúbal Meléndez, Edgard Ramírez, Martha Tarazona), todos permanecerán en un apartamento, al que luego se sumará la pequeña hija de la asaltante (Oriana Meléndez), la cual introducirá el elemento humor dentro de la tensión de la historia. La película fue rodada en video DVCAM PAL, lo que representó un cambio también estético en lo que había desarrollado el director en una carrera entre el 16mm y 35mm.

En Yotama se va volando Roche escribe parte de la letra del tema introductorio del film, que cuenta con música de Federico Ruiz e interpretación de María Rivas.

2011 es un año muy fértil en la obra de Roche, en primer lugar culmina el largometraje De Repente, la película, una comedia satírica, basada en la improvisación actoral donde retoma el elemento del cine dentro del cine. El humor es omnipresente en este filme. Por otra parte, realiza el documental Mi hermano Marcel Roche, una visión personal y familiar sobre el aporte del científico e investigador venezolano, fundador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y del Conicit.

Culmina el año con el cortometraje documental Los Pacheco, una familia salsosa (2011) en el cual de nuevo la música es el elemento central. Esta vez se trata de un homenaje a una familia de músicos del barrio Cotiza y del 23 de enero de Caracas, y las nuevas generaciones que se han integrado al grupo quienes por años han sido cercanos a la obra de Roche.

Apuntes sobre la improvisación

Ricardo Armas y Manuel Márquez en su libro “Luis Armando Roche. Cine a través del espejo” (2004), recogen el testimonio del director en cuanto a su interés por cierto grado de improvisación creativa en la puesta en escena, en especial con el trabajo actoral. Roche comentaba sobre la improvisación en el momento del rodaje, frente a la vigencia del guión, técnica que tomó tras conocer a Roberto Rosellini, maestro del neorrealismo:

“Para Rosellini, el guión es una ´guía para la puesta en situación de los actores´, a la que se le agrega la poesía de la realidad en el momento de filmar. Un buen ejemplo de esto es lo que ocurrió durante el rodaje de su largometraje I fratelli di San Francesco, sobre la vida de San Francisco de Asís (…) En el momento de rodar, Rosellini le pidió a los diez actores (que había conseguido en la calle) que comenzaran a girar a toda velocidad sobre sí mismos. Uno a uno, caen mareados al suelo. Rosellini les pide que desde allí miren fijamente el horizonte y no se muevan. En ese momento San Francisco, puesto de acuerdo previamente con el director, les pide a los demás que fijen en sus mentes la dirección de sus miradas, ya que estás serán las vías evangelizadoras de cada uno. Esta idea de puesta en escena es el resultado de la creatividad del director en el set. Una creativa ´improvisación´ que da como resultado una escena original, fresca, auténtica y poética”.

En El cine soy yo Roche se enfrentó al problema de comunicación de su actriz principal Juliet Berto, quien no hablaba español pero había trabajado muchas veces con Jean-Luc Godard, por lo que la improvisación se convirtió en herramienta fundamental para superar las dificultades “creamos secuencias improvisadas, sobre el momento, que resultaron estupendas y se integran absolutamente al tema y al guión” aclaraba Roche en 1977. En particular se debe mencionar la secuencia de la proyección de un filme sobre la cacería de ballenas y sobre Josephine Baker, la excepcional cantante y bailarina afro-americana. Este diálogo fue improvisado totalmente por Berto y Meléndez y le crea a la secuencia una “realidad” y espontaneidad extraordinaria.

Para Yotama se va volando, se realizó un trabajo actoral profundo, tal como destacaba Roche en 2003 en entrevista para la revista Estampas “Tuvimos (con los actores) dos semanas intensas en las que hicimos el análisis dramático de la obra. Esto fue realizado alrededor de una mesa, como en el teatro, a la italiana, sin permitirle a los actores que se pusieran de pie y comenzaran a “actuar”. De esa forma, la acción guardó inmediatez, espontaneidad y frescura y no se tornó en algo mecánico. Comparto la opinión de la actriz francesa Juliet Berto, para quien la actuación es “lograr un descontrol bien controlado” Una vez captado el sentido dramático del guión, los actores se encontraban listos para rodar.”

Ya para De Repente, la película su quinto largometraje, Roche abandona todo convencionalismo. El guión estuvo en reposo por muchos años, hasta que llegó el momento de su realización, en medio de una fuerte etapa personal en la salud de Roche, el rodaje se convirtió en una terapia de recuperación y vida, pero también en un momento de mayor experimentación y libertad creativa. De nuevo el concepto de improvisación creativa sale a flote como recurso para motivar la interpretación.

Precisamente, este método fue descrito por el actor Carlos Antonio León, en su página web “Nuestras escenas fueron únicas, por el hecho de que Luis Armando cree en dar “libertad total” a los actores para ayudarlos en la creación de sus personajes de la manera más creíble. ¡Gran técnica! Personalmente, eso me ayudó a relajarme y tener más confianza en el set. Yo sabía mis líneas, (y conocía el personaje) pero también sabía que yo no tenía que memorizar palabra por palabra en el orden exacto y repetir comas y puntos y comas como muchos escritores pretenden que hagan los actores. Nosotros seguimos el guión y la lógica de las situaciones (…) nuestros diálogos fluyeron libres y naturalmente –sin perder la esencia del guión- En otras palabras, cuando la gente ve esta película pueden encontrar que son nuestras palabras, pues hemos hecho que los diálogos suenen naturales, honestos, auténticos…”

Pero al revisar minuciosamente las declaraciones de Roche en distintos momentos de su trabajo creativo, vemos que lo que es hoy De repente, la película en cuanto al trabajo actoral, es el resultado de una evolución en la dirección de actores como cineasta que venía trabajando desde sus inicios, incluso en su propuesta como documentalista. Sobre el rodaje de Víctor Millán (1967), Roche destacaba en entrevista a Márquez y Armas en el año 2003 “Las dos primeras semanas las pasé sin filmar, con una cámara vacía, en mano, simulando la filmación. Yo le decía a Millán que estaba filmando y entonces él sobreactuaba –hacía igualito como si fuese un actor de telenovela – a la tercera semana, Millán ya se había acostumbrado a la cámara y se había fastidiado de actuar. Entonces, llegó el momento en que empezó a ser natural…”

Tras revisar brevemente la obra de Luis Armando Roche, descubrimos no solo sus temas constantes, también su visión del cine y el arte como sinónimos de creatividad y libertad. Vemos su trabajo a lo largo de toda Venezuela, captando mucho de nuestra esencia. La necesidad de adaptarse a los cambios de formatos, de tecnologías y a la transformación de un país. Su más reciente largo de ficción, De repente, la película, recoge parte de esa evolución, pero también rompe los patrones establecidos y explora distintos planos de realidad y la ficción, así como su pasión por el cine dentro del cine, el humor, la música y la fusión multicultural. No en vano los personajes despiden el film con una colorida coreografía al estilo Bollywood al ritmo de un Calipso para celebrar el arte libre y ¿por qué no? para celebrar también una vida entera dedicada al cine.


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